A veces nos sentimos observados, frágiles, como si la ciudad quisiera abalanzarse sobre nosotros. ¿Será sòlo paranoia?.
Desbocados (aunque sea sólo en la imaginación de quién los creó) estos caballos de carrusel alegran algunas infancias.
Somnoliento otoño que añora la caricia del sol.
Desplazándose sobre las aguas, buscando sus brazos y cabeza, este fantasma de acero vaga su angustia sin cesar.

Lo que quedó, después del terremoto, de una casona que tuvo muchas historias a su haber.